sábado, 31 de diciembre de 2016

12 uvas

12 UVAS ALICIA QUILES·SÁBADO, 31 DE DICIEMBRE DE 2016 Se acerca el final de año y los viejos rituales vuelven a producirse. Ciertos sentimientos de melancolía y nostalgia aparecen y no se sabe bien adónde irán a parar. Tememos que la tristeza nos asevere que nada de lo que nos propusimos se cumplió, que nuestra forma nueva de vida no era tal y como la imaginamos. Que por más empeño que pongamos, nunca parecemos saborear una cierta sensación de triunfo personal mientras suenan las campanadas. Su sonido no puede ser más tétrico para aquellos aprátidas asentados en la tierra de la seguridad, empecinados siempre en complicarse la vida con dilemas demasiado existenciales y de salida poco expedita. Podemos ponernos ligueros rojos, brindar con el mejor champagne y reunirnos con la mayor cantidad de gente posible, pero los verdaderos rituales, para celebrarse, deben sentirse. Para brindar de verdad, no hacen falta las mejores galas, sino los más sinceros deseos que nacen de nuestro interior. Ligueros rojos y horizontes despejados Muchas veces hacer revisión de todo lo escrito es hacer catarsis, saber cómo hemos experimentado todo aquello que nos ha sucedido. Es un buen ejercicio de conocimiento personal. Si no lo has hecho nunca, tampoco debe preocuparte demasiado. Si no cuentas con suficiente tiempo para realizarlo, piensa que no es necesario un papel y un boli, puedes hacerlo con tu imaginación. Simplemente tómate unos minutos para reflexionar sobre qué necesitas tirar para que tu caminar no sea tan pesado. Por ejemplo, a veces no se puede seguir adelante poniendo continuamente la mejilla hacia otro lado, eso nos hace que nos choquemos de frente una y otra vez con lo que nos vamos encontrando; en este sentido, la asertividad es muy importante. Para caminar erguidos y mirando hacia delante, a veces la indiferencia no es lo que más útil. La tibieza es el signo más malévolo de nuestro tiempo. A veces hay que enfrentar y tomar partido para despejar el camino que queremos tomar. Frank Sinatra cantaba en su archiconocida y versionada canción “My way” que a veces mordemos más de lo que podemos masticar. Es ahí cuando se produce la duda de qué hacer a continuación. Quizás hemos visto más verdades incómodas que mentiras confortables con las que aliarse para seguir adelante. No nos queda más remedio que tragárnoslo todo y luego escupirlo. Si has conseguido enfrentar todo eso estás lista/o para otro nuevo año. Ponte un liguero rojo, una elegante pajarita y brinda mucho. Pero no te olvides de hacer algunos rituales íntimos también. Nada es verdadero si no se siente como tal. Saca la vieja basura y da la bienvenida a nuevos olores Descarga toda esa basura emocional que quizás otras personas te han dejado de recuerdo en tu mochila. Entiendo que incluso a los lastres se les puede llegar a coger cierto cariño, pero créeme que vas a caminar mejor sin ellos. Donde los dejes, lo eliges tú, porque… ¡Quien sabe! Quizás otros puedan hacer algo bueno con esa basura, una labor ingente de reciclaje. Pero no cargues con más piedras que son responsabilidad y proyecciones de otros en ti y que no te corresponden. Si te has encargado bien de limpiar tu “espacio vital”, todo el perfume que uses a partir de ahora no se mezclará con ningún hedor del pasado. Abraza con pasión a los incondicionales, ya sean estos 1, 2, 14 o 20. Si no tienes o no te apetece, bésate a ti misma/o. Intenta ir más allá de una burda y anodina postal navideña. Lo importante es que no lleves esos ligueros rojos, esas pajaritas y esas copas de champagne envueltos de falsedad compartida, la peor soledad. Haz un ritual íntimo previo para que el ritual visible realmente derroche sensualidad, vitalidad y ganas de volver a empezar. 12 uvas, amnesia retrógada y contar hacia delante En la amnesia retrógrada, el último recuerdo que se pierde es el primero que se recupera. Así que si lo que te más te duele es haber perdido algo por un daño o un agravio, ten paciencia. En cuanto te recuperes del golpe, tu alegría se irá volviendo a recomponer con la misma fuerza, aunque quizás con distinta forma. Con piezas que siempre estuvieron ahí, con otras que han aparecido de nuevo. Piensa que con cada uva que comas no estarás contando hacia atrás, sino hacia delante. Sabrás que ya no hará tanta falta probar y lamentar qué fue lo que ocurrió. Que no hay que poner tanto y del revés a tu intuición, ella te lleva realmente adonde quieres estar. No hay que ponerla tanto a prueba una y otra vez. Ahórrate ese tiempo en la medida de lo posible. Es limitado y preciado, no lo olvides. Celebra con cada campanada un verdadero logro, acuérdate de las veces que tu intuición no te ha fallado. De esas personas que conociste y deseaste ver una y otra vez. De ese amor que consiguió volverte a poner del revés la piel, el miedo y el placer. Que no te sepan nunca más las uvas ni las campanadas a nostalgia simplemente porque no te dio la gana recordar tus logros. Quizás la nostalgia venga de escuchar lo fuerte que suenan las campanadas de fuera y lo bajito y fugaz que suena tu voz interior. Después de expresar todo esto, solo te deseo un buen brindis por este año nuevo.

NO ESTAS AQUI

No estás aquí para ser perfecto, YA LO ERES. Estás aquí para ser hermosamente humano, imperfecto y extraordinario...Para levantarte de nuevo y recordarlo. ¿Amor incondicional? Deja de contarte esa historia...El verdadero amor, no necesita ningún adjetivo, no necesita ser modificado, no necesita la condición de la perfección; sólo te pide que te dejes ver y que hagas lo mejor que puedas...Que estés presente y te sientas completamente pleno, que brilles , que vueles, que rías, que llores, que te lastimes y sanes, que te caigas y te vuelvas a levantar, que juegues, que trabajes y que vivas y mueras siendo tú. Eso es más que suficiente” (Courtney A. Walsh )

despertar en la vida ordinaria

Despertar en la vida ordinaria - Jeff Foster Así llegamos al final de todas las cosas, que también es el comienzo de todas las cosas. Y, al final, se revela lo evidente, que sólo existe la aceptación incondicional (amor como le dicen ustedes), este inmenso espacio abierto que lo abarca todo, absolutamente todo. Y siempre ha sido así, por más que nos hayamos pasado la vida tratando de encontrarlo dando vueltas y más vueltas como pollos sin cabeza. Sólo la aceptación incondicional como esencia, fundamento y condición de todas las cosas, aunque no haya nadie que puede entender lo que eso signifique. Si algo ha ocurrido, ha sido ver a través de la comprensión que desencadenó la búsqueda, un momento en el que se pone de relieve lo que siempre ha estado presente a lo largo de toda nuestra búsqueda, es decir, esto, la innegable presencia aparente de todo, el inmenso espacio abierto en el que emerge la totalidad del mundo sin dejar nada fuera. La búsqueda implicaba la existencia de algo más que el despliegue de este universo. Y por más que se trate de un bonito juego, de un bonito pasatiempo, en última instancia resulta inútil, porque esto es todo lo que es y todo lo que siempre ha sido.