domingo, 3 de abril de 2016

SOMOS UNO CON EL UNIVERSO

TODOS, SOMOS UNO CON EL UNIVERSO SOMOS ENERGÍA, CONOCERLA ES CONOCERNOS Sensopulsogimnasia y Sensoterapia son técnicas para enseñar a sentir, pero mejor aún, a transformar cualquier estado displacentero en placentero. La idea es aprender a conocer la energía que produce nuestras sensaciones y a manejar esas energías y sensaciones a nuestro favor. Son dos pilares: 1) reinterpretar como bueno lo que nos parece desagradable y 2) técnicas para lograr esta transformación. La gran unificación, el sueño de Albert Einstein, nunca será posible sin incluir el estudio de la consciencia. Religión viene de religare (volver a unir), Yoga significa Unión, todas las religiones van detrás de ese «Todo es uno». Ciencia y religión búscan la unión, el todo, la consciencia de la luz. La energía es como el agua, toma la forma del recipiente que la contiene. Hasta no ser conscientes de la energía la seguiremos confundiendo con sus recipientes. Esos recipientes son nombres como: vacío, depresión, soledad, silencio, etc. Sin embargo, la energía es una espiral, un remolino que solo se puede sentir y disfrutar, cualquier nombre es solo un recipiente más. La energía corporal surge de oscilaciones eléctricas en las neuronas y las células, todos la sentimos intensamente a través del sexo pero también cuando al hacer contacto con alguien nos recorre un corrientaso y ocasionalmente hasta podemos ver la chispa. Por tratarse de electrones, energía y ondas, la física cuántica es la ciencia que debería explicar las sensaciones, pero aún no sabemos como sentimos, sabemos poco de la energía y su relación con las sensaciones, el cerebro y la conciencia. Al introducir un termómetro en agua cambiamos la temperatura original, nunca podemos saber nada de algo hasta no medirlo y al medirlo lo transformamos. Medir implica cambiar lo medido. Los aparatos que miden la energía (voltímetros, electrocardiogramas, electroencefalogramas) son ciencia, pero cuando llegan a la mente del científico que observa pasan a ser mediciones subjetivas ya no tan reales. En la mente del observador desaparece la objetividad científica porque no sabemos como sentimos. Solo descubriendo a fondo como sentimos podremos saber que es lo real. Algunos experimentos señalan que el cerebro crea la realidad cuando percibe. Por todo lo anterior se hace imprescindible una ciencia que estudie el sentir, que estudie la conciencia, sin ella no se puede hablar de realidad objetiva y de ciencia. El científico es un ser de energía interpretando la energía, cuando en realidad la debería sentir, hacerse uno con la energía, esa sería la mejor manera de comprenderla. La ciencia ya está en sus fronteras, más allá de ellas se vislumbra la consciencia. Los científicos pronto tendrán que volcar sus investigaciones hacia adentro y aceptar que sin calibrar sus sentidos (naturales analizadores de frecuencias con los que decodifica, modifica y crea su realidad) sólo se podrán aproximar a la energía con un modelo racional y teórico de interpretación pero jamás podrá tener certeza sobre ella. Las preguntas que más se hace la ciencia actual son: ¿Qué es la consciencia? ¿Cómo percibimos? ¿Qué es sentir? ¿Qué es esa energía que sentimos? ¿Existe una realidad allá afuera o hay que crear la realidad en la que valga la pena creer? La ciencia busca con afán la respuesta a estas preguntas. En este sitio usted aprenderá sobre su energía, sobre su naturaleza musical y lumínica, al hacerlo le dará el recipiente adecuado, aquel que no la juzga ni la encasilla con nombres que no son los reales. Por eso utilizaremos el lenguaje de la física porque son los físicos los que con más inspirada y ferviente devoción han consagrado su vida al estudio de la luz y a la veneración por el universo y las estrellas, por su gravedad y su unidad con lo terrenal y el micromundo de las partículas. Las fronteras entre ciencia y religión cada vez son más estrechas, finalmente todos somos devotos de la luz. Según Einstein para la luz que salió del big bang no ha pasado ni un segundo porque a la velocidad de la luz el tiempo no transcurre. Los fotones son eternos, pueden estar aquí y en otra galaxia a la vez, son luz. Dios también está en todas partes, es eterno y es la luz, según todas las religiones. Lo que más se parece a la definición de Dios es la luz. Todos somos devotos de la luz y de la energía y todos buscamos esa gran unificación con el todo. Espero que el lector no se asuste cuando le digo que de la mano de la física cuántica iremos entendiendo nuestra energía, nuestro sentir, nuestra conciencia o incluso la luz divina porque vamos a descubrir que al entender nuestras sensaciones en términos de fotones, electrones y cuantos, aquella física mal entendida que tanto nos traumatizó en la secundaria se hace comprensible, agradable e imprescindible pues nos libera de tener que enclaustrar nuestra luz, energía y conciencia en el estrecho, limitado e inadecuado recipiente de: los conceptos, las doctrinas, las creencias, los tabus, los temores, los prejuicios y las afirmaciones infundadas, supersticiosas, míticas, culposas, malintencionadas o simplemente malentendidas y malinterpretadas. No hemos entendido la física cuántica simplemente porque no entendemos nuestra mente y nuestro sentir, pero de la mano del sentir vamos a entender que la cuántica es no solo comprensible y explicable, sino también, coherente, unificadora y más liberadora de la conciencia que cualquiera de las actuales religiones ya gastadas, manipuladas y mal interpretadas. Enfermedades como la psicosis, la depresión, el pánico, se originan por ignorar las leyes y fenómenos cuánticos que se están expresando a través de ellas. Al conocer las leyes cuánticas y aplicarlas al sentir, lo que antes era una debilidad se convierte en nuestra mayor fortaleza. Desconocemos nuestra mente por no entender la física cuántica y no entendemos la cuántica porque desconocemos nuestra mente. A los físicos les asusta lo mental, lo sensible, el hemisferio cerebral derecho (simbólico), lo religioso y a los estudiosos de lo espiritual y del hemisferio cerebral derecho les espanta la cuántica. Despectivamente los físicos opinan que lo mental es imaginación, sin embargo saben que sin comprender el fenómeno de la conciencia del observador, la física termina también en lo imaginario. Una ama de casa no necesita saber termodinámica para entender de que manera la olla a presión cuece los frijoles, pero intuitivas nociones de la energía le permiten entender la física doméstica. No se requiere una comprensión profunda de la cuántica, basta con captar de una manera intuitiva aquellos de sus conceptos que simplemente nos permitirán manejar con un nivel «doméstico» los cotidianos fenómenos de nuestro cuerpo mecanicocuántico. Lea la información de este sitio como cuando sale a caminar. Hay elementos del paisaje que lo atraen, otros le pasan inadvertidos, no intente captarlo todo de una vez. Cada día tenemos un ensueño y sólo vemos aquello que encaja y es isocrónico con ese ensueño. Aceptemos que hay cosas que solo se entienden a su debido tiempo, nunca antes ni después. Mañana, desde otro ensueño, veremos lo que hoy no vemos. Algunos temas son como «un álamo aislado», más adelante está «el bosque de álamos», luego de entrar en ese «ensueño de álamos» al repasar el camino andado verá que «hay álamos que no vio en la primera pasada» y que hay álamos por todas partes. El objetivo más que entender, es lograr que los conceptos muevan y estabilicen energía, tener conciencia del cuerpo, de la energía, conciencia de la conciencia.

24 cosas para recordar siempre

24 cosas para recordar siempre.. y una sola para nunca olvidar 1.-Tu presencia es un regalo para el mundo. 2.-Eres una persona única en un millón. 3.-Tu vida puede ser como tu quieras que sea. 4.-Vive cada día con intensidad. 5.-Cuenta tus alegrías, no tus desdichas. 6.-Lucharas contra la adversidad que se te presente. 7.-Dentro tuyo hay infinitas respuestas. 8.-Comprende, ten coraje, se fuerte. 9.-No te impongas limites. 10.-Hay tantos sueños que esperan ser realizados! 11.-Las decisiones son tan importantes para librarlas al azar. 12.-Lucha por tu ideal, tu sueño, tu premio. 13.-No hay nada tan desgastante como las preocupaciones. 14.-Mientras más carguemos con un problema, mas pesado se hace. 15.-No te tomes las cosas con tanta seriedad. 16.-Vive una vida de serenidad, no de lamentos. 17.-Recuerda que un poco de amor recorre largos caminos. 18.-Recuerda que mucho… es para siempre. 19.-Recuerda que la amistad es una sabia inversión. 20.-Los tesoros de la vida son personas… unidas. 21.-Nunca es tarde. 22.-Transforma lo cotidiano en extraordinario. 23.-Ten salud, esperanza y felicidad. 24.-Pídele un deseo a una estrella. Y jamás olvides….. ni siquiera por un día… cuan especial eres.

todo es como deberia ser o no

Todo está como debiera ser, ¿o no? Pamela Kribbe “Esto tenía que suceder”, “debe haber un propósito más elevado detrás de esto”, “todo es exactamente como se supone que sea”. Expresiones hechas fácilmente entre los de inclinación espiritual. A menudo, expresiones como éstas se hacen frente a situaciones o eventos que parecen sin sentido, trágicos o crueles. Accidentes, enfermedades, contratiempos graves que ponen a prueba nuestro sentido de justicia. ¿Por qué esto me sucede a mí, por qué esto tenía que suceder? La noción de que para todo lo que ocurre debe existir un orden superior, una mano divina que quiere nuestro bien, es reconfortante. ¿Pero es cierto? La idea de que todo ocurre como debiera, es una noción determinista: expresa que hay un poder superior que predetermina lo que va a suceder en nuestras vidas terrenales. Este poder superior puede ser Dios, o el alma de ustedes o su yo superior. Sea lo que sea, el poder creativo no les pertenece a ustedes, sino a esta fuente superior. La idea de que nosotros como seres humanos tenemos libre albedrío y podemos elegir libremente, se ve por tanto seriamente cuestionada. Por tanto surge una paradoja: viéndolo desde un enfoque espiritual del mundo, la mayoría de las personas consideran que su poder para hacer elecciones y asumir la responsabilidad en sus vidas es esencial a quienes son. De no ser por ese poder, toda la noción de crecimiento interno y transformación sería obsoleta. A la vez, hay una expresión que a veces suena como una invocación, de que “todo es como debiera ser”, o como otros dicen “todo está en orden divino”. Esta “marea bienaventurada” de que todo realmente es como debiera ser, me molesta y me asombra. Primeramente, hay un sufrimiento masivo en la tierra, que resulta obvio al echar una mirada al azar a la prensa en cualquier día. Hay intenso sufrimiento a nivel físico, emocional y espiritual para muchos, muchos seres humanos al igual que para la naturaleza. Así que ¿Cómo es que todo está como debe ser? Segundo, está la paradoja anterior de que el libre albedrío y la predestinación no van bien juntas. Este es un punto que merece consideración cuando surge la idea de que todo está bien y en orden divino. Tercero, he notado que estas palabras se acompañan de una nota típica de pena, un tipo de condescendencia espiritual, que implica cosas como: “Ah, criatura, veo que no entiendes todavía, atrapada como estas en tus pensamientos, emociones y estados de ánimo demasiado humanos, pero hay realmente un significado superior detrás de todo lo que está ocurriendo, y un día también lo verás”. La gente a menudo quiere nuestro bien, estoy segura, pero de todas formas… Cuando recién había sanado de una depresión severa con episodios sicóticos en 2010, y todavía luchaba con esta experiencia horrenda, alguien me dijo “está claro que tenías que experimentar esto, y que el propósito era capacitarte para ayudar ahora a otros con aflicciones similares”. No pude responder a esta sugerencia mientras trataba de reponerme, pero luego entendí que de hecho se habían hecho de manera implícita tres sugerencias: 1. La depresión era predeterminada y yo no podía haberla evitado. 2. La misma sucedió para mi propio bien aunque me sentía muy mal. 3. El propósito espiritual detrás de ello era hacerme una mejor maestra y sanadora para los demás. La última sugerencia instantáneamente me llevó al martirologio. Lo que realmente había ocurrido era que yo me había sacrificado y había sufrido todo ese infierno para la salvación de los demás. Oh Dios, es muy halagador el colocarme en un pedestal de esa manera; pero sospecho que hay bastante poco equilibrio allá arriba. Lo que subyace de las tres sugerencias es la gran brecha entre la forma en que me sentí respecto a lo que había sucedido y la verdad espiritual “real”. Lo que sentí resumidamente mal era “realmente” algo bueno, lo que quería evitar más que nada había sido predeterminado “realmente” y lo que experimenté como mi prueba personal durante la depresión era “realmente” algo que asumí para convertirme en mejor maestra para los demás. La ira, tristeza y abatimiento que sentí después respecto a lo que me había ocurrido eran simplemente el deambular de mi ego que no se podía rendir al orden superior de las cosas. Este ejemplo muestra una línea general de razonamiento que se puede aplicar a muchas situaciones diferentes. La tendencia general es mirar a un evento o situación que al inicio parece terrible, trágica o absurda y entonces suavizarla con la ayuda de la tesis espiritual de que “las cosas siempre son como debieran ser”, o que “hay un orden divino que gobierna los eventos de manera que a un nivel más profundo todo está bien”. ¿Qué hacer con este enfoque típico de suavizar? La noción de que todo está predeterminado y que se manifiesta según la voluntad divina, no se puede refutar sobre bases lógicas. Es un reclamo metafísico irrefutable, que no se puede falsificar (ni confirmar) mediante evidencia empírica. Sin embargo, de hecho entra en conflicto con nuestro sentido profundo de que somos capaces de influir en nuestras vidas, de que tenemos libre albedrío y el poder de elegir. La noción de “que todo está bien como está”, o “todo está como se supone que esté” está en conflicto con cómo nos sentimos en nuestra vida cotidiana. Cuando una tesis espiritual está flagrantemente en oposición con el sentido común, con nuestra intuición diaria, esto me enciende una luz roja. Es más, creo que es a través de nuestra naturaleza sentiente que nos conectamos con nuestra alma. Más que la mente y las ideologías que ésta desarrolla, es el corazón, el centro de nuestros sentimientos e intuiciones, lo que constituye la puerta de entrada a la verdad espiritual. Cuando hay una gran brecha entre lo que se siente genuinamente bien para ustedes y lo que plantea una enseñanza espiritual como algo bueno y verdadero, siempre elijo a favor del sentimiento humano como lo apropiado. El aire de superioridad y de complacencia con la cual se hacen los reclamos espirituales supuestamente intuitivos tampoco ayuda. ¿Y entonces qué? Si las cosas no están predeterminadas, si no hay un significado mayor detrás de todo lo que ocurre, es la vida entonces un simple juego de coincidencias? ¿No hay una historia mayor, ni un propósito? Y si todo está libre y abierto y ustedes todavía creen en Dios, ¿Por qué Dios permite tanto dolor y sufrimiento; cuál sería la explicación? Quisiera plantear que hay razones con sentido espiritual para que las cosas ocurran como lo hacen, pero eso no significa que lo que sucede esté bien y sea bueno. Hay una razón para todo, pero eso no implica que debía haber ocurrido. Mi enfoque es que hay una diferencia entre reconocer una lógica espiritual detrás del evento que ocurre, y creer en la predestinación. Hay de hecho leyes espirituales que funcionan en nuestras vidas, pero no están en oposición con nuestro libre albedrío. Para aclarar lo que quiero decir apliquémoslo al ejemplo anterior. Mi depresión era provocada evidentemente por mis temores y creencias negativas. Creo que pertenece al propósito de mi alma el traer estos temores y creencias negativas a la superficie de mi percepción en algún punto, para que puedan sanar. Pero eso no significa que las cosas tengan que ocurrir exactamente como lo hicieron, o que yo no tuviese elección respecto a lo que sucedía en mi vida. Recuerdo claramente que antes que la depresión se adueñara de mí (y terminé en el hospital), recibí varias señales, especialmente de mi cuerpo que me mostraban que estaba muy estresada y debía aplicar los frenos. No lo hice y eso no estaba predeterminado. Hay una explicación para el hecho de que no actué de acuerdo a mi intuición y señales de mi cuerpo: tenía temor de fallar, temor de decirle ‘no’ a la gente, porque valoraba su reconocimiento y temía al rechazo. Esto explica por qué no apliqué los frenos a tiempo, sin embargo aunque había razones definidas, era mi elección. El mismo hecho de que estuviese consciente de esas señales e intuiciones, muestra que había espacio para la elección. Así que en retrospectiva hice algunas elecciones incorrectas. Ahora no cabe culparse a uno mismo interminablemente respecto a las elecciones desafortunadas que uno ha hecho en el pasado. Recriminarse de forma áspera hace surgir sentimientos de culpa que son destructivos y contraproducentes (hablo desde mi propia experiencia aquí). Enjuiciarse uno mismo no es muy útil. Sin embargo, decir que no podía evitarlo porque se supone que sucediera es como ir al otro extremo, esto es pura negación. No hay manera de evitar el hecho de que podía haber elegido otra cosa. La mejor manera de abordar esto es con una visión de compasión y cariño. Al ser compasivo con uno mismo, reconocemos que somos humanos que podemos fallar, y hace mucho más fácil aprender de nuestros errores. Si somos capaces de perdonarnos, podemos ver las adversidades del pasado como lecciones con sentido que nos han permitido ganar en introspección para hacer mejores elecciones en el futuro. En esa forma, las situaciones trágicas se convierten en significativas y con un propósito, no porque sean intrínsecamente apropiadas o deseadas (normalmente no lo son) sino porque uno está preparado para aprender de ellas y hasta transformarse a partir de las mismas. Por tanto, el que algo tenga sentido espiritualmente no está determinado por los eventos objetivos en sí mismos, sino por la forma en que los interpretamos y experimentamos. De esta forma, el libre albedrío y un cierto grado de predeterminación pueden reconciliarse. Imaginen que su alma quisiera vivir a través de ciertas experiencias en esta vida. Esa es la razón por la cual su alma eligió confrontar ciertos desafíos, que eran pre-programados en su vida. Ciertas personas que encuentran, diferentes oportunidades o desaciertos que vienen hacia ustedes, pueden de hecho haberse prestablecido de antemano. La cuestión aquí, sin embargo, es cómo ustedes, el humano con libre elección, responderá a estos encuentros y situaciones, y en qué grado pueden ustedes detectar el propósito y significado de lo que les sucede. Esto no es algo inamovible, y el propósito final de su alma es abrazar las lecciones inherentes en los desafíos con amor y aceptación. De esa forma, ustedes harán diferentes elecciones en el futuro y atraerán encuentros y situaciones más positivas, eliminando la necesidad de enfrentar el mismo desafío una y otra vez. A veces es difícil responder a los desafíos más graves con confianza y aceptación. Es por eso que yo digo que es el objetivo final de su alma. A veces es una inmensa lucha para reconocer el valor de las experiencias profundas de pérdida o dolor o rechazo. La resistencia y la desesperación son normales y muy humanas. No obstante creo que esta es la invitación profunda de nuestra alma para abrazar aun la parte más oscura de nuestras vidas y de nosotros mismos con entendimiento y cariño, no porque ‘esté bien así’, sino porque aceptar y trabajar con ello es la única salida. Es la única vía hacia la luz. Cuando estaba en medio de mi depresión sicótica, no experimenté ningún sentido ni significado en lo que me estaba sucediendo. Mis seres queridos también sufrieron la pesadilla. Eventualmente fui hospitalizada en una sala siquiátrica contra mi voluntad. Mi recuperación comenzó allí. Después de recuperarme entendí como se siente cuando un sufrimiento profundo rinde frutos. En cuanto me viré hacia la luz y quise vivir de nuevo, experimenté gran alegría y noté la abundancia en mi vida como nunca antes. Lo que daba por sentado antes, se convirtió en fuente de maravilla y profunda gratitud. A menudo me detenía frente a mi hogar, regresando del mercado y me maravillaba ante el hecho de que existiera un lugar para mí en la tierra, donde podía vivir con las dos personas que más amaba, mi esposo e hija. Me asombraba el apoyo genuino y el cuidado de las personas que me rodeaban, los que eran conocidos antes se convirtieron en amigos íntimos. No sólo este total abatimiento que trae la psicosis me dio una nueva apreciación de lo que antes daba por sentado, sino que también me aportó percepciones duraderas que ahora me ayudan a vivir mi vida con menos temor y mayor plenitud. Unos cuantos años después, escribí un libro sobre mi oscura noche del alma, que me ayudó a integrar toda la experiencia más plenamente y con el beneficio de la retrospección. Después de publicar este libro (en holandés, espero publicarlo en inglés para fines de año) recibí cartas de personas que se reconocían en mi historia y se sentían apoyadas y reconfortadas con ella. Por tanto mi noche oscura del alma ganó en sentido. Gradualmente, esta horrenda experiencia aparece en una luz diferente, la luz de sanación y sentido. Sin embargo, esto no significa que se ‘suponía que sucediera’ o que ‘realmente’ era algo bueno. ¿Es todo como debiera ser? ¿Es la única forma en que puede ser? ¡No!. Hay mucho sufrimiento y tragedia en la tierra. Yo creo que atraemos algunas situaciones negativas a nuestras vidas para que seamos conscientes de la negatividad dentro de nosotros (ira, temor, desconfianza). Estas situaciones pueden estar prestablecidas en parte. Pero el propósito detrás de esos desafíos es que hagamos elecciones diferentes en el futuro para que podamos liberarnos de la negatividad y dejemos de atraerla a nuestras vidas. Un evento doloroso o trágico no es intrínsecamente bueno o valioso, será así solamente cuando los humanos tengan el coraje y la claridad de mente de encontrar sentido en el mismo y permitir que los transforme. Tenemos una elección en cómo respondemos a ‘lo que es’. Tenemos el potencial de transformar la negatividad y el dolor mediante nuestra actitud interna y de hacer la vida más ligera y alegre para nosotros y los demás. Este es el propósito de la espiritualidad. El orden superior que buscamos tan desesperadamente detrás de los eventos externos en nuestras vidas, no está fuera de nosotros. Necesitamos crearlo nosotros mismos: esa es nuestra misión como hijos libres de Dios.