jueves, 10 de marzo de 2016

LOS PENSAMIENTOS CURAN MAS QUE LOS MEDICAMENTOS !!

“Los pensamientos curan más que los medicamentos” Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar de la energía, mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación. Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan? Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células. ¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina? Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel! ¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar? Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno. En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil? No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo. 5 ¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso. Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia. Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración. He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se intefiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario. Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no? Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual. Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía. Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico. Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud? La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas. Y eso enlaza con la física cuántica. Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado. Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento? Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo. Pero no lo podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal. ¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida? Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido. Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad? Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las tralado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí. ¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu? Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

SANACION

SANACION .- MEDITACION .- Visualizamos nuevamente nuestro ADN, pero ahora lo percibimos, totalmente iluminado… La energía de Luz Divina, fluye en total libertad, sin más obstáculos, totalmente regenerado, es la resurrección a la Nueva Vida, donde la Sanación se cumplió para restablecer la armonía, equilibrio y paz desde nuestro Origen Divino. A partir de este instante se expresa en Luz pura y brillante en cada acto, pensamiento y emoción de nuestras vidas y de todas aquellas personas de hoy, de antes y de mañana que se encuentren conectadas de alguna manera con nuestro ADN Iluminado por el Amor Ilimitado. Desde este instante y para siempre somos conexión perfecta de nuestra Divinidad desde nuestro ADN luminosamente sano. Así es, hecho está.

QUE QUIERE DECIR DEJAR FLUIR LA ENERGIA

QUE QUIERE DECIR DEJAR FLUIR LA ENERGIA? Cuando las relaciones crecen entre las personas se va formando un vinculo que ayuda a mucho a saber que tanto pueden dar por esa persona. Las personas dan nombre como : amigo , novio, esposo, tio, ab uelo, vecino etc... y de acuerdo con esa postulación, las personas entregan de su energía. Están bloqueando el flujo de enrgia a esas personas fuera del rango de postulaciones que cada quien hizo. Si no es tu amigo no le das cariño , si no es tu novio no le das confianza, si no es tu vecino no lo saludas y asi van seleccionando los sentimientos hacia las personas impidiendo el flujo energético. Cuando la distribución de la energia es bloqueada no se podrá recibir nueva, ya que la acumulación no da entrada a lo nuevo, y asi siguen las personas rotando la misma información repetida, una y otra vez, convirtiéndose en personas esquemáticas sin creatividad. Cuando el grado de consciencia eleva y las personas son conscientes de que somos todos una mente, es cuando empezamos a ver a las personas como nuestras creaciones y nosotros como las suyas. Es este pensamiento que ayuda a abrirse a los universos que cada quien lleva dentro suyo, dando paso a la fraternidad y hermandad. Esas personas próximas no son otra cosa que el aprendizaje del momento , que cuando aprendiste de este reflejo, este se transforma, abriendo paso hacia lo nuevo, al nuevo aprendizaje, AL FLUJO ENERGETICO!!

CUANDO DEJAS DE MEDIGAR AMOR

CUANDO DEJAS DE MENDIGAR AMOR Como seres sensibles, empáticos, se nos hace fácil ver lo mejor en las personas. Sin esfuerzo miramos más allá de la máscara, de la fachada, de la personalidad, del ego, hacia ese lugar sagrado en el interior. Con mucha facilidad vemos el dolor de los demás, sus decepciones, sus anhelos más profundos, incluso sus reacciones. Nos resulta difícil juzgar, porque nos vemos a nosotros mismos también. Ellos podrían burlarse, juzgarnos o criticarnos. Podrían humillarnos, ignorarnos, insultarnos. Podrían rechazarnos a nosotros y a nuestro camino por completo. Podrían ignorarnos, o reprimirnos. Aún así, los tomamos con empatía. Entendemos sus necesidades, sus sentimientos, sus penas. Somos rápidos/as para perdonar. Vemos su bondad subyacente, incluso si su conducta es menos que consciente. Nuestra tendencia, como seres empáticos, es ignorarnos a nosotros/as mismos/as en favor del ‘otro’. El 'otro’ es hacia quien tendemos enviar nuestra amorosa atención. Llamamos a esto 'generosidad’. Tal vez aprendimos de niños que nuestra experiencia de primera mano, en tiempo real no era válida, o no era confiable, o ni siquiera real. Aprendimos a desviar la atención de nosotros mismos/as convirtiéndonos en protectores, defensores, terapeutas, sanadores, salvadores de los demás, a una edad muy temprana. Era una cuestión de supervivencia. Ser egoísta significaba la muerte, psicológicamente. Hacer felices a los demás era realmente una cuestión de vida o muerte. Cuido de los demás, y yo estaré bien. Apoyo a los demás, sin importar lo mal que me traten. Aprendimos que: El amor era condicional. El amor era impredecible. El amor significaba necesitar y ser necesitado. El amor era algo por lo que teníamos que luchar, mendigar, abandonarnos, negarnos a nosotros/as mismos/as. El amor era algo que teníamos que dar para poder recibirlo; que no fluía hacia nosotros en forma natural; que nos lo teníamos que ganar siendo niñas y niños 'buenos’. Más tarde en la vida, tal vez permitimos que los demás pasaran por encima de nosotros, que ignoraran nuestro dolor, que reprimieran nuestra verdadera voz, y tratamos de ser perfectos/as, y tratamos de ser buenos, y tratamos de ser espirituales, y tratamos de ser compasivos/as, y tratamos de estar 'bien’. Creímos que éramos 'generosos/as’, pero realmente, en el fondo, seguíamos luchando por nuestras vidas. Tal vez atrajimos compañeros que no eran capaces de vernos, que no eran capaces de entendernos o que no les gustaba nuestra sensibilidad, que no estaban realmente interesados en nuestros más profundos sentimientos y necesidades. Compañeros a quienes tuvimos que cuidar, incluso salvar. Compañeros que no eran realmente compañeros, en el sentido más profundo de la palabra. Compañeros que simplemente se encontraban en un camino diferente. En el fondo, no nos sentíamos realmente amados, pero no conocíamos nada mejor. Teníamos nuestro modelo de amor. He aquí una invitación para comenzar a romper el ciclo de adicción por la felicidad de los demás, la adicción a sentirse necesario/a, la adicción a buscar el amor en donde no se puede encontrar. Hoy, permite que cada quien se haga cargo de su propia felicidad. Descubre la felicidad dentro de ti mismo/a. Descubre tus pies sobre la tierra, el aliento conforme se eleva y cae. Descubre este profundo abrazo interior hacia cada pensamiento y sentimiento; este amor interior que acoge tanto la alegría como la tristeza, tanto la felicidad como el aburrimiento. Descubre la emoción de andar tu propio camino, avanzando hacia lo Desconocido, degustando tu propio sabor. No puedes hacer felices a los demás, pero puedes inspirarlos a través de vivir tu propia felicidad más plenamente. Puedes ser una llama que enciende a los demás, en lugar de esperar desesperadamente a que ellos lo hagan. En la mayoría de los casos, tendrás que esperar por siempre. Detén esa espera. Comienza a vivir. A veces tienes que ser más egoísta para ser realmente generoso. Tan egoísta que dediques tu vida entera a arder tan brillantemente como sea posible, inspirando a los demás en lugar de intentar corregirlos, esperando en vano a que el amor fluya en tu dirección. Sé empático/a, sí, escucha profundamente, sí; entiende el dolor de los demás, sí; pero recuerda, tú no tiene que arreglarlos. Y tu dolor importa, también. Y no está mal que esperes que tus sentimientos y necesidades sean reconocidos. Tú mereces empatía también. Mereces amor. Siempre lo has merecido. Tú no eres indigno/a. Ya no tienes que probar que eres digno/a. Así que hoy, envía una atención empática hacia lo más profundo de ti. Inunda los lugares sensibles en tu interior con ternura; comprométete a dejar de abandonarte a ti mismo/a en nombre del 'amor’. Porque el amor no es algo que se mendigue; es algo que se irradia desde lo más profundo. - Jeff Foster

Los VAMPIROS ENERGÉTICOS y sus EFECTOS en nosotros, por Assaya. Videoconferencia