miércoles, 25 de mayo de 2016

EL MAL COMO UN LLAMADO AL AMOR

EL MAL COMO UN LLAMADO AL AMOR ''Tal vez todo lo que nos asusta es, en su esencia más profunda, algo que se siente desamparado y quiere nuestro amor.” - Rilke No hay ‘gente mala’ en este mundo, a pesar de lo que nos enseñaron cuando éramos niños. Sólo hay quienes se sienten absolutamente seguros de que su visión y versión de la realidad es particularmente correcta, y quienes se sienten absolutamente en contra de abrirse a la posibilidad de relacionarse con los demás en la intimidad vulnerable y la duda juguetona. Y desde ese lugar, se hieren los unos a los otros, porque ellos mismos están heridos, y poco dispuestos a mantenerse cerca. En lugar de sentarse con su dolor, con su decepción, con su ira, con su miedo, con sus pensamientos críticos; en lugar de construir un hogar lleno de amor para esas energías, esas molestias, esas tensiones, se salen al mundo exterior en busca de alivio y culpan a otros por su infelicidad, buscan destruir la ‘fuente externa’ de su miseria, en lugar de asumir por completo la responsabilidad de sus sentimientos aún no metabolizados, sus profundos anhelos por encontrar amor. El ‘mal’ es una visión de túnel, una constricción dolorosa, y el rechazo de la totalidad que fluye en la vida, el olvido de nuestra verdadera naturaleza como inmensidad y capacidad, que es la ausencia de una ‘persona’ separada y sólida. Es aferrarse a las historias y opiniones, invadido por el miedo, en lugar de un dejar ir expansivo hacia el ilimitado océano de la consciencia…. No hay ‘gente mala’, sólo aquellos que viven con miedo a la vida y quienes actúan desde ese miedo. El mal es simplemente ‘vida’, al revés. Es vivir en sentido contrario. Una inocencia perdida, una ignorancia cósmica. No hay ninguna fuerza llamada ‘mal’, no hay ninguna energía que se oponga al Amor (porque el Amor es el único Poder); pero HAY el olvido del Amor, la falta de disposición para sentarse con el cuerpo sagrado y sus propias molestias. HAY un Proyecto de Auto-abandono, y todas las conductas inconscientes que emanan desde ese triste y abandonado lugar. Este reconocimiento – de que nadie es ‘malo’, sino que hay quienes están desconectados de la Fuente, del Amor – es el comienzo de un gran entendimiento e incluso compasión para con quienes nos apresuramos a juzgar y etiquetar como ‘malos’, y a destruirlos. Detrás de cada acto ‘malo’, hay una historia muy humana. Y no, esto no es ni disculpar ni justificar la violencia, sino entender su tan humano origen. En ese sentido, todos contenemos el potencial del ‘mal’, y todos deberíamos examinarnos cuidadosamente a nosotros mismos. ¿En qué parte de mi propio interior comienza la violencia? ¿Cómo estoy contribuyendo yo a la violencia de este mundo hoy? ¿En qué forma me desconecto del Amor? ¿Podría ser un poco más bondadoso conmigo mismo hoy? ¿Podría suavizarme en donde normalmente me contraigo? ¿Podría respirar en lo que usualmente me sofoco? ¿Podría detenerme justo en aquello en lo que suelo apresurarme? El fin del mal reside aquí, en la presencia; en nuestra disposición colectiva para infundir un aliento de amor a nuestro propio