miércoles, 22 de junio de 2016

CADA PRESENTE BUSCA UN FUTURO Y EL FUTURO NO SABE QUE DEBE BUSCAR

CADA PRESENTE BUSCA UN FUTURO Y EL FUTURO, NO SABE QUE DEBE BUSCAR. Todo lo que tiene que ver con el mañana, parece el hijo bastardo de la creación. Nosotros lo debemos desdeñar porque si no, nos tendrá entretenidos dándole forma a algo que desconocemos de verdad cómo será. Los agente económicos y políticos lo profetizan, con el acento puesto en "nos gustaría que fuese así" Los responsable religiosos, hablan del futuro como de la única certeza del presente. "Todos moriremos e iremos al cielo, donde seremos juzgados". Es como para volverse loco. Si apenas les haces caso, se apodera de la sociedad una paranoia que precipita una desesperanza que trae el caos al presente. Total, que hagas lo que hagas, parece que el desaliñado que se afanan en sembrar en nuestros corazón, solo lo podemos arreglar nosotros. Todo futuro depende de lo único que podemos protagonizar en el presente, "un adiós". El que no despide su presente, no encuentra su futuro y aun despidiéndolo es más que posible que el futuro jamás sea visto como tal futuro. ¿Qué es lo que debemos hacer? Podríamos considerar el futuro una de las partículas imposibles del universo y comprender que perseguir crear un futuro es la zanahoria que mueve este y todas las sociedades del mundo, pero que para que el hijo del hombre no se endiose, no le dejan ser Dios. Dejémoslo en eso a ver qué pasa.... Nada, no cambiaria nada. Bueno miento, si cambiaría una cosa, la desaparición del estrés por sentir la necesidad de crear y construir algo, de lo que jamás sabremos si saldrá como lo estamos diseñando. Es de todas formas prometedor, porque si lo aplicamos, nos encontramos frente a frente con un axioma muy profundo, ............. ¿recordáis....."Lo que la oruga llama muerte, el resto del mundo lo llama metamorfosis" En el caso de la oruga nosotros somos el resto del mundo y lo comprendemos, sin frustraciones, sin dolor y sin angustias, es más nos vanagloriamos de haberlo comprendido y algo que la naturaleza protagoniza con absoluta normalidad, nosotros lo transformamos en axioma y lo enarbolamos como una muestra de profundidad existencial. Pero cuando la muerte nos alcanza, cuando el protagonista de la "metamorfosis" somos nosotros mismos, entonces el guión cambia dramáticamente y nos angustiamos, nos desesperamos y nos morimos de miedo (algo que nunca he entendido, porque si de todas formas nos vamos a morir, por qué hacerlo de miedo?). Buscamos desesperamos razones para creer en los "más Allá", en dioses y profecías, en extraterrestres y batallas intergaláctica en pro del bien y del mal. ¿No sería más fácil comprender que disponemos de un privilegio que la oruga no tiene. El de ser actor de nuestro propio acto y observador de los actos de los demás y que solo por ello, deberíamos comprenderlo mejor que nadie? se escondió, y la noche se escondió. Apenada por el despertar de un nuevo drama, apenada por la muerte del adiós. Qué será del tiempo y de los cambios, qué será de la mutabilidad de la verdad, a dónde ir a buscar la novedad y cómo comprender que ya no exista un nuevo despertar. Se escondió la noche, aterrada por un funeral carente de a.Dios, de Dios. La noche se escondió, obsesionada por no comprender cómo pudo morir tan noble Señor, el Adios, el con Dios, el y todos ellos. La noche sin Dios, no supo a quien dirigirse, la noche se escondió, aterida de frío y se durmió. M.A. Serrano López